Vivimos tiempos complicados, de eso no hay duda. El 2020 pasará a los anales de la historia como el año del Covid. O, mejor dicho, como el año del inicio del Covid, porque nos queda tiempo hasta que la pandemia esté bajo control.

Muchos han sido los reajustes que hemos tenido que realizar y, entre los más importantes, está el trabajar en casa. Lo que se llama «Home Office» de forma tan agradable en inglés, no es más que un eufemismo de «intentar trabajar encerrado en casa rodeado de los niños, el perro y el canario, mientras procuramos poner atención en lo que hacemos, para no causar estragos en el trabajo».

Aún con todos los inconvenientes, los que tenemos la fortuna de poder seguir trabajando desde casa lo tenemos, indudablemente, mejor que aquellos que necesitan acudir a un puesto específico para desempeñar sus tareas laborales. Y aunque muchas áreas se han adaptado rápidamente al teletrabajo, sostener este modus operandi al final acaba haciendo mella en la vida familiar (ya de por si tensa, tras llevar algunos meses encerrados en casa). Una de las principales dificultades con las que nos encontramos es la de separar los horarios. Trabajar en casa tiene la tentación de dedicarse, a media mañana, a recoger la cocina de la noche anterior. Y a terminar ese informe pendiente pasada la medianoche, cuando ha acabado la película.

Como los seres humanos somos criaturas de costumbres, es fácil caer en estos hábitos de «hacer las cosas cuando hay un hueco». Y aquí es donde el trabajo empieza a chocar con la familia. Cuando los horarios laborales no son claros, nadie sabe exactamente cuando puede venir a interrumpir o cuándo estamos realmente concentrados en el trabajo. Y esto se agudiza más en los casos en los que ambos cónyuges trabajan en casa y, además, tienen hijos. Y eso acaba afectando la productividad.

home office

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En VentaOne siempre hemos considerado muy importante la conciliación de la vida laboral con la familiar, aunque no nos podíamos imaginar esta «conciliación forzada» que nos hemos encontrado este año. Aún así, no hemos notado variaciones en la productividad de nuestro equipo, ni cambios en el nivel de atención a nuestros clientes. Excepto por el hecho de que no podemos ir a verlos en persona en la mayoría de los casos. Y por ello queríamos compartir nuestra experiencia personal y hemos reunido las observaciones que nos han hecho nuestros empleado sobre cómo han «sobrevivido» el trabajar en casa sin volverse locos durante la peor época del confinamiento:

 

  1. Mantén un horario regular para las tareas del trabajo. Puede que no sea el típico «de 9 a 5», pero es importante que el resto de la familia sepa a qué atenerse.
  2. No trabajes en las horas libres. Si, es justo lo opuesto de antes, pero es igual de importante. El tiempo libre es eso, libre. Tiempo para la familia, ver la tele o arreglar ese grifo que gotea.
  3. Aprende nuevas tecnologías que te facilitan el trabajo. Esa aplicación de comunicaciones, ese organizador que te parece un lío, ese espacio compartido de ficheros con el resto del equipo que «no funciona». Hoy en día hay muchas tecnologías que te pueden facilitar la vida. Aprende alguna nueva y úsala.
  4. Comunícate con una cámara. «Vaya pelos que llevo» es la excusa fácil. Pero verle la cara a la gente con la que hablas, facilita la conversación y añade matices que no tienes sólo con voz. Además, te obliga a «arreglarte para el trabajo», que es una rutina muy favorable. Nadie va a saber que sigues en chanclas o zapatillas de osito.
  5. Tu casa es tu casa, no la oficina. Vale, tienes la ventaja de que no hay atascos, ni problemas para aparcar. Pero nunca debes olvidar que estás en tu hogar y que el resto de la familia lo ve como tal, no como una oficina. A veces, las reglas están hechas para saltárselas. Un «Peppa Pig» con los niños entre Zoom y Zoom no le ha hecho daño a nadie. Siempre que no te saltes la regla 1 todos los días.