En cualquier película de ciencia ficción que se precie, aparece un ordenador cuántico que resuelve los problemas de la humanidad, o los crea. Desde que apareció la computación cuántica allá por 1980, la idea ha dado alas a científicos y guionistas. Pero los que más atención prestan, son las agencias de seguridad gubernamentales y las grandes empresas. Porque la computación cuántica podría ser capaz de romper cualquier cifrado convencional. Y ese es un escenario muy poco halagador.

¿Para qué sirve la computación cuántica?

En octubre de 2019 Google realizó un experimento con su ordenador cuántico de 54 qubits en el que realizaron un cálculo específico en 200 segundos que, en un ordenador convencional, hubiera tardado 10.000 años. Y aunque el experimento estuviera diseñado de manera específica para arrojar esos resultados y estos no sean transportables a cualquier otra operación, lo que sí queda claro es que la potencia de cálculo de un ordenador cuántico está a años luz de los superordenadores más potentes convencionales que existen hoy en día.

Y eso es decir algo. Por poner las cosas en perspectiva, un iPhone 11 tiene 6 veces más potencia de cálculo que el superordenador más potente de 1993. Y Fugaku, el superordenador japonés más potente del momento, equivale a algo más de 1.000 iPhone 11. Pero la distancia que tienen los ordenadores cuánticos de los convencionales se mide en órdenes de magnitud mucho mayores. ¿Y para qué se necesita tanta potencia? Las aplicaciones son infinitas: simulaciones del clima, cálculos matemáticos actualmente imposibles, análisis masivo de datos, AI, diseño de fármacos complejos, modelos financieros… Pero hay una aplicación, que pone nerviosos a muchas personas. Incluso países: los ataques criptográficos. 

¿Hay peligro para los cifrados?

La mayoría de los datos que viajan por Internet lo hacen de forma cifrada. Y los algoritmos de cifrado se diseñan de forma que un ataque para romper el cifrado tarde tanto, que la información contenida en el mensaje ya no tenga valor, para cuando se ha roto el cifrado. Eso pueden ser minutos, días o incluso años, según lo que se quiera proteger.

Pero eso es aplicando la potencia de ordenadores convencionales. Si, empleando una analogía con el experimento de Google, un cifrado tardara 60 años en ser roto por sistemas tradicionales, con la computación cuántica ese tiempo se reduciría a meros minutos, o incluso segundos. En sistemas como SSL prácticamente se podrían descifrar las comunicaciones en tiempo real.

Y ese es el peligro que ven los expertos en ciberseguridad: que en un mundo con varios ordenadores cuánticos los secretos digitales prácticamente no serían posibles. Ningún sistema informático estaría a salvo de tener su contraseña de acceso analizada y rota en instantes. Un panorama distópico, donde los haya.

¿Es para tanto?

Todavía no. Los ordenadores cuánticos existentes aún son experimentales, y sus aplicaciones son muy limitadas. Por otro lado, su programación es tremendamente difícil, ya que sus bits no sólo pueden contener unos y ceros, sino también ambos a la vez. Así que, por el momento, el mundo está a salvo de un ataque cuántico generalizado y una pérdida de privacidad completa.

No obstante, los científicos y programadores ya están trabajando en algoritmos resistentes a ataques cuánticos, que se llaman PQC (Post Quantum Cyptography). Una vez más, la “carrera armamentística” de defensores y atacantes está tomando su curso. Y eso quiere decir que las empresas dedicadas a la ciberseguridad, tendrán que actualizar sus productos en los próximos años, por si la computación cuántica llega antes de lo previsto. En v-One estaremos atentos a cualquier novedad en el mercado de la ciberseguridad, para poder ofrecérsela a nuestros clientes de inmediato.